Altar familiar
Tema: La consagración.
Texto: Santiago 1:22
Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
Introducción: Repasemos. Después de saludar al Señor —apropiándonos de las Escrituras, sintiendo nuestra fragilidad, buscando perdón, pidiendo sabiduría, oyendo su respuesta—, es tiempo ya de actuar. La consagración es nuestra promesa de cumplir lo que se nos ha instruido.
Preguntas para compartir:
- Lea Juan 8.47 a; Santiago 1.22. ¿Es suficiente oír la Palabra de Dios? ¿Por qué?
- ¿Qué piensa usted que significa ser un hacedor de la Palabra de Dios?
- ¿Cuándo ha oído una palabra de parte de Dios y ha hecho algo que se pueda ver al respecto? ¿Cómo se sintió? ¿Cómo puede hacer habitual tal ejemplo?
- Crear una oportunidad para que Dios hable es crítico en nuestro proceso de comprender la importancia de estar quietos en su presencia. Y sin embargo, hay más.
Concluyendo: Como ve, Dios no está apurado. Nosotros sí lo estamos. Corremos de aquí para allá. Sin embargo, como Oswald Chambers escribió una vez: «La prisa siempre es un error; hay abundante tiempo para adorar a Dios».Por consiguiente, para oír a Dios debemos descansar y acomodarnos a su reloj divino. La paciencia es una virtud productiva en el proceso.
Lea Isaías 40.31. Haga una lista de las cuatro promesas para los que esperan en el Señor.
Recomendaciones:
- Al comenzar tengan tres minutos de alabanza, canten un coro que todos se sepan en casa y si no se lo saben todos, dele copia a los demás o cante otro pero es importante que todos participen.
- Por favor decidan entre ustedes quien da el altar familiar, se lo pueden rotar entre el hombre y la mujer o un joven toda la semana debe ser una persona diferente.
- Terminen tomados de las manos cantando y pidiéndole a Dios que sus vidas siempre están consagradas a el